Mito 1: El jardín infantil es una simple guardería
“Los jardines infantiles facilitan la inserción de las mujeres en el campo laboral. Por eso la gente cree que la educación de párvulos existe para que una mujer vaya a trabajar tranquila y alguien cuide al niño.Eso implícitamente hace que se vaya perdiendo el enfoque más pedagógico, que es el fin último de la educación de párvulos.
El objetivo es entregar oportunidad de aprendizaje para que los niños puedan potenciar al máximo sus capacidades desde los primeros años de vida. Eso muchas veces se suele perder cuando hablamos de aumentar los cupos en función de la inserción laboral femenina y no desde la importancia que tiene la educación inicial para la educación de esos niños, y cómo va a influir en su futuro el haber pasado o no por una educación inicial”, dice María José Lincovil, Coordinadora de Intervenciones de Elige Educar, organización dedicada a estudiar todo lo relacionado con las políticas públicas en educación. Y habla desde la experiencia: María José estudió educación parvularia en la Universidad Católica.
“La educadora de párvulos se cree que tiene que ser una persona amorosa, que tiene que saber cantar, jugar; que tiene que saber, al fin y al cabo, actividades sumamente innecesarias”, asegura Mónica Manhey, Jefa de Carrera de Educación Parvularia de la Universidad de Chile.
María José Lincovil: “Hay múltiples investigaciones que demuestran queniños que pasaron por jardines presentan mayores resultados en, por ejemplo, las pruebas Simce. A mí no me gusta verlo así, porque la educación inicial tiene un valor absolutamente en sí mismo, pero si quieren medirlo por PSU o Simce, hay una evidencia absolutamente significativa”.
Ambas profesionales concuerdan y enfatizan que pasar por una educación inicial o parvularia de calidad, marcará a un niño o niña para siempre. Es, de hecho, una de las principales formas para combatir las desigualdades sociales.
Para explicar esta idea, María José cuenta una experiencia personal: “Mi práctica profesional la hice en el jardín comunitario de la toma de Peñalolén. Era una mediagua. Ahí me tocó mucho trabajar con los padres. Los papás me decían ‘yo quiero que mi hijo salga de la pobreza. No quiero que vuelva a vivir en un campamento’. Ese era su anhelo de vida. Ahí entendí que si un niño tiene un buen profesor y una familia comprometida, tiene absolutamente todas las posibilidades de salir adelante”.
De guardería, poco.
Mito 2: ¿Qué van a aprender? Si son guaguas. Estarán mejor con la abuela
La educación inicial o parvularia va desde los 0 a los 6 años. El mito urbano dice que a esa edad se aprende poco. Y si se aprende, son cosas insignificantes. La realidad dice todo lo contrario.
“Como dice Francesco Tonucci (psicopedagogo italiano), el jardín infantil ya es demasiado tarde”, comienza diciendo Mónica Manhey, y agrega que “la Unesco y otras instituciones relevantes aseguran quedesde el embarazo ya hay algo tremendamente importante con el aprendizaje de los niños y niñas. El mito es que las guaguas no aprenden, que sólo se les habla, se les canta bonito. Pero es en esta etapa donde se dan las conexiones neuronales más importantes, que determinarán la vida de un ser humano”.
María José Lincovil, de Elige Educar, plantea su visión sobre las causas de este mito: “pasa que en todo Latinoamérica existe una desvalorización de la infancia. Se piensa que los niños son sujetos que se están preparando para ser adultos. Es una visión súper adulto-céntrica. Pero en verdad esa etapa tiene un valor en sí misma, es un periodo muy importante. El niño está viviendo la vida en esa etapa también. Creer que el juego no aporta para la vida es porque yo como adulto creo que el juego no aporta, pero en verdad, para un niño, tiene una enseñanza súper significativa. Lo más lógico es aprender jugando”.
David Martínez, 24 años, va en tercero de Educación Parvularia en la Universidad Católica. Pasó por dos carreras antes de llegar a la actual. Ahora encontró la carrera que buscaba. “Educación parvularia me gusta mucho porque en la edad de 0 a 6 años es más fácil provocar cambios en los niños. El impacto es muy fuerte. Nuestra carrera está desvalorizada, porque lo que se hace no es tan visible. Uno va al doctor, te da algo preciso y dices ‘ah, el doctor es bueno’. Vas a un abogado, te soluciona el problema y dices ‘ah, es bueno’. Pero ¿con una educadora de párvulos? No es lo mismo, porque es un aprendizaje a largo plazo. Es un proceso”.
“Los padres tienen que entender que ellos no le pueden enseñar lo mismo que una persona que estudió cinco años, que sabe cómo funciona y se desarrolla cada aspecto del niño. Cómo aprender a caminar, la forma correcta para que aprendan a hablar. Hay un valor agregado que la ciudadanía no conoce y por ende se cree que es mucho más recomendable estar con la mamá, por un tema de apego también.Pero está mal entendido el apego. No es estar todo el día con el niño, pegados, sino que también es aprender a manejar la separación por un par de horas. Se cree que el apego es dormir con el niños todos los días”, afirma María José.
Y para terminar de destruir el mito, la profesional de Elige Educar lanza un dato relevante: “Hay un estudio que comprueba que los niños que asisten a un jardín infantil de calidad, tienen menores probabilidades de ser arrestados en el futuro, menores probabilidades de consumir de drogas, mayor sueldo que el promedio de su generación”.
Mito 3: ¿Estudiarás educación de párvulos? Aaaah, no te alcanzó el puntaje
Ni tan mito ni tan real. Un poco de ambos. Objetivamente, es cierto que a esta carrera no ingresan, en promedio, los mejores puntajes de la PSU.En la Universidad de Chile y la Católica piden como mínimo 600 puntos para ingresar. El año pasado la última matriculada de la Chile –digo “la última” porque casi no hay hombres, pero eso lo veremos más adelante– ponderó 601 puntos y en la Católica fue exactamente lo mismo. En el resto de universidades el puntaje de corte es mucho más bajo.
“Si bien es cierto que los mejores alumnos no están ingresando a las pedagogías y mucho menos a la educación parvularia, tampoco podemos desconocer que también pasa lo contrario, es decir, hay muchas personas con muy buenos puntajes que están ingresando a la educación inicial”, asegura María José Lincovil, de Elige Educar.
Y claro, si pensamos que las últimas en ingresar el año 2015 obtuvieron 600 puntos, hay gran número de estudiantes –52 en la PUC, más de 20 en la Chile– con puntaje sobre 600 que eligieron esta carrera, pudiendo ingresar a otra. Aunque es evidente que, si se compara al resto de las carreras dentro de las mismas universidades, esta carrera efectivamente tiene en promedio los puntajes más bajos; aunque no está muy distante de las otras pedagogías. Educación parvularia está inserta en ese contexto.
María José: “En el fondo tiene que ver con la importancia que se le da a la carrera. Si yo no genero buenas condiciones laborales con sueldos dignos, no estoy generando como país una carrera atractiva con estudiantes que quieran ingresar. Si yo soy una buena alumna, tengo muchos desincentivos para entrar a educación de párvulos, porque voy a ser considerada como la que no le alcanzó el puntaje, porque voy a ser considerada como la niña que sólo va a aprender a hacer manualidades”.
Y con esto último damos paso a nuestro siguiente mito.
Mito 4: ¿Estudias párvulos? Qué tierno. Debes saber hacer hartas manualidades
Debo admitirlo: yo también le he tirado las típicas tallas a alguna futura educadora de párvulos. Que cuándo tienes Papel Lustre I, si ya pasaste Introducción a la Cartulina, o Cánticos II, o cómo te ha ido con Epistemología de la Ronda de San Miguel.
Pero si hay algo que los entrevistados me dejaron claro, fue que de fácil esta carrera tiene poco.
“Estudié antes Ciencias Naturales y Psicología. Sinceramente, pensé que educación parvularia era más fácil, pero es estresante. Se lee harto”, cuenta David Martínez, estudiante de la Universidad Católica.
“Es una profesión compleja. En la U. de Chile los estudiantes tienen cursos de construcciones sociales de la infancia, filosofía y epistemología de las ciencias sociales, historia y fundamentos de la educación. Saben de antropología, de sociología. Adquieren un conocimiento profundo”, enfatiza Mónica Manhey, Jefa de Carrera de educación parvularia en la Universidad de Chile.
María José Lincovil, quien estudió la carrera, recuerda su época de estudiante para graficar la situación: “Yo me acuerdo perfecto. Ramo de Psicología del Desarrollo. Primer año. Es habitual quealumnos de otras carreras tomen optativos de educación parvularia pensando que son más fáciles de pasar. Cinco personas de medicina, de quinto año, pasando con promedio 4, llorándole a los profes, porque en medicina esas notas no se conocen. En el fondo hay mucho de prejuicio. De verdad la gente cree que aprendemos a hacer móviles. Pero nada que ver. Yo tuve, por ejemplo, dos años de lingüística para entender bien el proceso de lenguaje de un niño”.
“Estar en sala con 30 alumnos es muy estresante. Nosotros tenemos práctica desde primero. Hay que tener muchas herramientas para saber manejar la situación”, asegura David Martínez. En esa misma línea, María José complementa que “la gente cree que con un poco de paciencia y simpatía se puede ser educadora. Pero estando con una sala llena de niños uno se da cuenta que se necesita preparación. Hay que saber identificar qué debe reforzar cada niño, porque todos están en niveles distintos. No por nada se estudia cinco años”.
Mito 5: La “tía” es como una segunda madre
Este mito tiene relación con el primero. Si se perciben los jardines como guarderías, se proyecta en las profesionales la idea de que deben suplir la imagen de madre. Pero no. Que quede claro que no son eso. Son algo totalmente distinto. Aunque complementario.
“Esta forma de ver la educación genera dos tipos de problemas: uno, es que se tiene una visión sexista de la carrera, porque si crees que debe tener un rol maternal, automáticamente marginas a los hombres de la educación inicial. Y segundo, si tú asumes que es una mamá, en el fondo esa persona no necesita educación universitaria, porque para qué se va a perfeccionar, para qué va a estudiar si con paciencia y con ternura se puede. ¡Tía, para qué gastó cinco años! Yo puedo cuidar que el niño no se caiga, o darle la comida correctamente, pero eso no es educación inicial”, asegura con firmeza María José Lincovil, de Elige Educar.
El apego que tiene una madre con su hijo tiene mucho que ver con este punto. Al final, las madres quieren que traten a sus hijos como ellas los tratarían. Pero la educación inicial busca desarrollar al máximo el potencial de los niños en los años clave de sus vidas. El amor maternal lo entrega sólo la madre.
“La autonomía que trabaja un niño en el jardín, en comparación a uno que lo hace en la casa, es muy distinto. Es distinto estar lejos de la mamá, con otros niños, que estar en la casa, con los primos. Lacapacidad de interacción con el otro que se desarrolla es importante”, afirma María José.
Mito 6: Sólo para mujeres
Las estadísticas dicen que la cantidad de hombres que estudian o han estudiado la carrera es estratosféricamente baja. Pero que pocos hombres la estudien, no quiere decir que esté hecha sólo para las mujeres.
David Martínez, 24 años, estudiante de tercer año de educación parvularia en la Universidad Católica, es el único hombre de todas las generaciones que estudia la carrera en la PUC. El año que ingresó, entraron más de 50 mujeres.
El último que estudió lo mismo data de hace cinco años. Y cuenta que sólo ha tenido dos profesores hombres. Sólo uno de profesión educador de párvulos.
“Lamentablemente, no existe un dato concreto de los hombres que estudian la carrera o han egresado desde el Ministerio de Educación”, afirma María José Lincovil.
Pero David aporta más información. Dice que en la Chile el número de hombres es mayor. Bueno, mayor, en este caso, es un par más. Lo sabe porque es tan extraño que ingresen, que se termina corriendo la voz.
Con su experiencia en Elige Educar, María José cuenta que en ciertos jardines “han habido casos donde los papás se enteran que el educador es hombre y se espantan. Entonces a los hombres generalmente se les trata de sacar de la sala, que trabajen en otro lado”.
Pero la presencia de un hombre no sólo es extraña en los jardines o colegios. David Martínez: “El primer día de clases fue heavy. La primera semana tuve pesadillas, en serio. Mis pesadillas eran que llegaba a una sala en la universidad. Ser tan visible, que comenten de ti, que esperen que uno diga algo en clases es incómodo, pero me he tenido que acostumbrar. Aunque nadie quiera, aunque pretendan que parezca todo normal y yo pase piola, existe un estigma adentro. Soy demasiado visible ante el resto, aunque no lo quiera”.
Él eligió la carrera por vocación. Trabajó años en voluntariados con personas en vulnerabilidad social. Ahí se dio cuenta que quería ser un factor de cambio. Y lo más cercano a ese cambio que quería provocar estaba acá, en esta carrera. Le costó tomar la decisión. “Por mucho tiempo el estigma social no me dejó ver que esta era mi carrera”.
Fuente:http://eligeeducar.cl/
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